Llegada: domingo 10 de agosto.
Aterrizamos en el Aeropuerto de Berlín-Brandenburgo (BER) poco después de las 19:00. Allí adquirimos un abono de 24 horas para las zonas ABC de Berlín, válido tanto para salir del aeropuerto como para movernos por buena parte de la ciudad hasta la noche siguiente.
Existen varias opciones para llegar a Mitte, el distrito central de Berlín, en el que se concentra la mayoría de los atractivos turísticos y donde, en esta ocasión, reservamos un hotel de cadena.
Sobre las 21:00 ya estábamos en el hotel, habíamos dejado el equipaje y decidimos salir de nuevo para cenar. Nos alojábamos muy cerca de Nikolaiviertel, el barrio medieval mejor conservado de Berlín, así que aprovechamos para buscar dónde comer mientras le dábamos un vistazo rápido.
Finalmente cenamos en Ephraims, un local con terraza a la orilla del río Spree. Probamos el Champignon Cocotte, un gratinado de champiñones, pollo y crema, y el Gebackener Camembert, queso camembert horneado acompañado de mermelada, pan y ensalada. Ambos platos nos gustaron.
Día 1 – lunes 11 de agosto – Berlín histórico y gastronomía.
Tras desayunar en el hotel, tomamos el metro hasta el Memorial del Muro en Bernauer Straße (Gedenkstätte Berliner Mauer). Allí se conserva una extensa sección del Muro de Berlín, acompañada de paneles que narran su historia y muestran cómo era la vida de quienes residían en sus inmediaciones. Realmente impresionante.
Siguiendo con la misma temática, nos dirigimos a Checkpoint Charlie, el célebre punto fronterizo entre las dos Alemanias, que todavía se mantiene en su ubicación original. Aunque no es un lugar particularmente vistoso, su valor histórico es innegable.
Caminamos hasta la Topografía del Terror (Topographie des Terrors), lugar donde antaño se erigía el cuartel general de la Gestapo y que hoy alberga un museo que expone, de manera cronológica, las atrocidades del nazismo y cuyo acceso es gratuito.
Tomamos nuevamente el transporte público para llegar a la East Side Gallery, donde los coloridos murales se extienden sobre los restos del Muro de Berlín. Situada a orillas del río Spree, la zona invita a dar un paseo tranquilo mientras se contempla el arte urbano y el entorno.
Pasamos junto al moderno Uber Arena, escenario habitual de grandes artistas internacionales. Con algo de sed, nos adentramos en el East Side Mall y compramos un café frío en un Aldi.
Aprovechamos para entrar en una tienda TK Maxx para comprar un par de artículos que nos faltaban. En Alemania, muchos productos tienen precios más competitivos que en España.
Cruzamos el pintoresco puente Oberbaumbrücke rumbo al mercado Markthalle Neun, donde almorzamos una clásica currywurst (salchicha con curry) en Kumpel & Keule, una reconocida carnicería que también ofrece platos preparados.
Tarde de lunes en Berlín.
Tras un breve descanso en el hotel, salimos de nuevo alrededor de las 16:30 y caminamos unos pasos hasta el Alte Münze, antigua fábrica de moneda de Berlín que hoy alberga un centro de eventos y un encantador café: The Greens – Coffee & Plants. Allí disfrutamos de un aromático espresso macchiato acompañado de un pastel de moras, cumpliendo con la tradición alemana del Kaffee und Kuchen (café y pastel).
Con energías renovadas, caminamos hacia la Karl-Marx-Allee, en donde sobresalen dos edificios emblemáticos: el Haus des Lehrers, con una decoración exterior que recuerda a un mural mexicano, y el Haus der Statistik.
Paseamos un rato por esta avenida, un auténtico viaje al pasado de la República Democrática Alemana, donde aún perdura el estilo comunista de sus imponentes edificaciones.
Desde allí nos dirigimos a la famosa Alexanderplatz, la histórica plaza de mercado de Berlín, donde pudimos contemplar de cerca la Torre de TV (Berliner Fernsehturm), uno de los grandes símbolos de la ciudad.
También nos acercamos al Reloj Mundial (Weltzeituhr), una llamativa obra de los años 60 que muestra la hora en cada huso horario del planeta. Fue, además, una de las zonas de Berlín donde encontramos mayor afluencia de gente.
Por aquí también visitamos el Ayuntamiento (Rotes Rathaus), la elegante Fuente de Neptuno (Neptunbrunnen) y la histórica Iglesia de Santa María (St. Marienkirche).
Al estar cerca del hotel, buscamos un lugar para cenar y, por casualidad, acabamos en el Zur letzten Instanz, el restaurante más antiguo de Berlín, fundado en 1621. Allí degustamos las tradicionales albóndigas de carne con salsa de alcaparras (Königsberger Klopse), acompañadas de una cerveza Berliner bien fría.
Día 2 – martes 12 de agosto – Berlín cultural.
Con energías renovadas, salimos a pasear a pie y comenzamos nuestro recorrido en el Foro Humboldt (Humboldt Forum im Berliner Schloss), un palacio que acoge exposiciones y eventos culturales. En su exterior nos sorprendió la réplica de la Puerta de Sanchi, una joya arquitectónica de la India antigua.
Cruzamos la avenida hasta el Lustgarten, adonde se alza la imponente Catedral de Berlín(Berliner Dom). Frente al Altes Museum (Museo Viejo) nos sorprendió el Granitschale, un enorme cuenco tallado en una sola pieza de granito, cuya perfección y tamaño impresionan al verlo de cerca.
Todo esto se encuentra en la misma zona: la célebre Isla de los Museos, un enclave en medio del río Spree que reúne algunos de los museos más importantes de Berlín y del mundo.
No teníamos previsto entrar a ninguno de estos destacados recintos, algo que dejaremos pendiente para una próxima visita. En la zona también se encuentra el Museo Nuevo de Berlín (Neues Museum), la James Simon Galleryy la Antigua Galería Nacional de Berlín (Alte Nationalgalerie).
En la isla también se encuentra el Museo Bode (Bode-Museum) y, tal vez el más importante de todos, el Museo de Pérgamo (Pergamonmuseum), que actualmente permanece cerrado por obras de restauración.
Pasamos junto a los parques Monbijoupark y James-Simon-Park, dos espacios muy concurridos en verano, ideales para relajarse a la orilla del río y disfrutar del ambiente berlinés.
Continuamos nuestro recorrido hasta la Nueva Sinagoga (Neue Synagoge Berlin – Centrum Judaicum), un edificio del siglo XIX cuidadosamente restaurado, cuya monumental cúpula dorada brilla sobre el barrio. El acceso estaba acordonado y vigilado por la policía. Más adelante regresaríamos aquí, en pleno corazón del barrio judío.
Nos fuimos a la Puerta de Bradenburgo.
En este momento pusimos rumbo a la Puerta de Brandeburgo, quizá el lugar más emblemático y fotografiado de Berlín.
Luego nos dirigimos al Edificio del Reichstag (Reichstagsgebäude) con la intención de conseguir entradas para visitar la cúpula, puesto que por internet había sido imposible reservar para estas fechas. Por suerte, guardan un cupo para quienes acuden en persona. Las de ese día ya estaban agotadas, pero quedaban para mañana, así que decidimos regresar al atardecer.
Desde allí caminamos hasta el Memorial del Holocausto (Denkmal für die ermordeten Juden Europas), un sobrecogedor conjunto de 2.710 bloques de hormigón que evocan sepulcros y forman un laberinto transitable. Bajo el monumento se encuentra una exposición subterránea que en esta ocasión no visitamos.
Después nos dirigimos a la emblemática Potsdamer Platz, donde funcionó uno de los primeros semáforos de Europa. La plaza fue destruida durante la Segunda Guerra Mundial y, posteriormente, quedó en el abandono al quedar en la franja de nadie junto al Muro. Con la caída del Muro y la reunificación alemana, comenzó un ambicioso proceso de reconstrucción que la devolvió a la vida.
Al llegar al mediodía, con el calor veraniego empezaba a apretar, nos dirigimos al Berlín Mall para hacer una pausa y refrescarnos. Allí aprovechamos para almorzar antes de regresar al hotel en metro.
Tarde relajada.
Tras una reparadora pausa, volvimos a salir a caminar, esta vez siguiendo un recorrido menos turístico para descubrir rincones distintos. Así llegamos al Engelbecken, un apacible parque con lago que invita a relajarse.
Continuamos nuestro paseo hasta el conocido Holzmarkt 25, un rincón bohemio a orillas del río que combina pequeños restaurantes y bares con áreas al aire libre. El ambiente invita a sentarse donde haya un hueco libre para disfrutar de la comida o la bebida recién comprada. Nosotros, sin embargo, decidimos marcharnos: estaba a tope.
Llegada la hora de cenar, optamos por buscar un lugar cercano y así dimos con A Mano, un refinado restaurante italiano. La experiencia fue excelente, especialmente por la atención.
Con el estómago satisfecho y el cansancio acumulado del día, regresamos caminando al hotel para descansar y recargar energías para la jornada siguiente.
Día 3 – miércoles 13 de agosto – Palacios y Berlín de noche.
Hoy decidimos esperar un rato después del desayuno para salir, ya que el cansancio empezaba a notarse tras las extenuantes jornadas de los últimos días.
Compramos nuevamente el boleto de 24 horas, pensando en el retorno al aeropuerto, y aprovechamos para usarlo también este día. Así llegamos al Palacio de Charlottenburg, que recorrimos por fuera antes de pasear por sus agradables jardines.
A continuación nos dirigimos al Estadio Olímpico de Berlín, que observamos por fuera antes de regresar en metro. En el camino hicimos una parada para ver la Iglesia del Recuerdo (Kaiser Wilhelm Memorial Church), o lo que queda de ella, un conmovedor testimonio de la destrucción de la guerra.
Nos encontrábamos en la Kurfürstendamm, la célebre avenida comercial de Berlín, y aprovechamos para entrar en KaDeWe, unos grandes almacenes icónicos que reúnen marcas de lujo de todo el mundo.
Buscamos un lugar para comer por los alrededores y, tras un intento fallido en la feria de comidas en KaDeWe, terminamos en un restaurante italiano llamado Loggia. Su cocina casera nos trajo lindos recuerdos.
Acto seguido nos dirigimos al Hackesche Höfe, un conjunto de patios interconectados de estilo Jugendstil (Art Nouveau alemán), decorados con esmero y repletos de boutiques, cafeterías y galerías de arte. Volvíamos así al corazón del barrio judío.
Regresamos al hotel para recargar energías: aún nos quedaba por vivir el último tramo del viaje.
Cerrando el viaje.
Llegamos al Reichstag alrededor de las 18:00 para visitar la cúpula. Además de la singularidad arquitectónica de la estructura, tuvimos unas impresionantes vistas panorámicas de la ciudad, y todo ello de manera gratuita.
Mientras caía la tarde, buscamos un lugar cercano para comer algo y luego nos dirigimos al Forum Kunst im Bundestag, para asistir al espectáculo multimedia de las 21:15. En el exterior de este interesante edificio, situado a orillas del río, se proyecta una película sobre la historia del Bundestag, acompañada de efectos y recursos audiovisuales que realzan la experiencia.
Cerramos la jornada pasando por la Puerta de Brandeburgo para contemplarla iluminada, una última imagen de Berlín que nos permitió despedirnos de la ciudad por todo lo alto.
Salida: jueves 14 de agosto.
Nos levantamos antes de lo habitual para desayunar con calma y tomar a tiempo el tren hacia el aeropuerto. Todo salió según lo planeado, marcando así el final de nuestra aventura en Berlín.
Así fue nuestro paseo por Berlín en verano.
Así concluyó nuestra visita a Berlín, una ciudad que combina a la perfección historia, modernidad y cultura. Desde sus monumentos más emblemáticos hasta rincones menos conocidos, cada paso nos ofreció una nueva perspectiva de su pasado y su presente. Nos llevamos el recuerdo de sus calles vibrantes, su variada gastronomía y la calidez de sus espacios, con la sensación de que aún queda mucho por descubrir en esta capital fascinante.
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