ruta por castilla y león

Ruta por Castilla y León: qué ver en Riaza, Ayllón, San Esteban de Gormaz, El Burgo de Osma, Soria y Almazán.

Empezamos esta ruta por Castilla y León, la España vaciada, con la ilusión de descubrir sus tesoros escondidos. Pueblos antiguos de las provincias de Segovia y Soria en donde destacan Riaza, Ayllón, San Esteban de Gormaz, Burgo de Osma y Almazán, cerrando con la ciudad de Soria. Castillos en ruinas, palacios decadentes y gentes que se niegan a dejar su tierra: los duros páramos de la Cuenca del Duero.

De Madrid a Castilla y León.

Salimos de Madrid temprano en la mañana por la A-1, la autovía que conecta con Burgos. Después de un rato conduciendo, pasamos Somosierra, el pueblo a mayor altitud (1.440 m s. n. m.) y más septentrional de la Comunidad de Madrid, en plena Sierra Norte, frontera con Castilla y León, nuestro destino de hoy.

El descenso se inicia al entrar en Castilla y León por la provincia de Segovia. Unos minutos después tomaríamos la salida que empalma con la carretera N-110, conocida como la Carretera de Soria. Por aquí transitamos este día.

Riaza, Segovia.

La primera parada la hicimos en el pueblo de Riaza. Casualmente, el lugar estaba adornado banderas de España por doquier.  Se preparaban para las corridas de toros en esos días y, para ello, su Plaza Mayor ya estaba cerrada a modo de coso taurino. Había bastantes visitantes en el pueblo.

Allí aprovechamos para tomarnos un café en una concurrida panadería. Nos llamó la atención una pintoresca tienda de regalos. Compramos algo y charlamos con la dependienta; los precios no estaban nada mal y había cosas bonitas.

Caminamos por los típicos soportales que suelen tener estos pueblos de España. En el lugar destacan el Ayuntamiento de Riaza y la Iglesia de Nuestra Señora del Manto. Entramos, tomamos algunas fotos y nos fuimos.

Cabe destacar que en los alrededores de Riaza se hace senderismo -cuenta con un hayedo- y que, un poco más arriba, hay estaciones de esquí.

Ayllón, Segovia.

Retomamos la carretera, y después de unos minutos, nos detuvimos en Ayllón. Aparcamos el auto en la entrada del alargado pueblo y caminamos hasta la bonita Plaza Mayor, adornada con flores y una sencilla fuente llamada de los Cuatro Caños, construida para conmemorar los 400 años del descubrimiento de América en 1892.

Allí admiramos los edificios del Ayuntamiento, el Palacio de los Contreras y las Iglesias de Santa María la Mayor y San Miguel. Entramos en esta última, muy pequeña, románica del siglo XII y ya en desuso.

San Esteban de Gormaz, Soria.

Volvimos a la N-110 y, después de unos minutos, abandonamos la Provincia de Segovia para entrar en la de Soria. Atravesada por la carretera y el río Duero, estaba San Esteban de Gormaz. No la teníamos en la agenda de hoy, pero decidimos detenernos porque nos gustó mucho la vista: parte del pueblo se alza sobre una loma que nos encontramos de frente.

Caminamos un rato ascendiendo por las calles de la parte empinada del pueblo. Empezamos por la iglesia de Santa María del Rivero y la iglesia de San Miguel. Ambas se pueden visitar por un módico precio.

Seguimos hasta el Mirador de San Esteban de Gormaz. Desde allí se disfruta de una espectacular panorámica del pueblo y su entorno natural. Ya estábamos prácticamente a los pies del montículo donde reposan los restos del castillo de San Esteban de Gormaz, una fortaleza medieval de la que se conserva muy poco.

Empezamos a descender. Por casualidad escogimos otro camino y vimos que había varios depósitos cerrados en la ladera de la montaña. Un señor nos vio y nos saludó. Se llamaba Alfredo y nos preguntó si queríamos entrar a una de las bodegas.

Los depósitos resultaron ser bodegas donde los habitantes del pueblo guardan su vino (Ribera del Duero) a temperatura constante, unos 14 grados, de forma natural. Allí también tienen mesas y parrillas para asar.

Alfredo, amablemente y de forma desinteresada, nos mostró una bodega a la que se accedía por un túnel. Además, nos ofreció vino para probar. Una experiencia inesperada y enriquecedora.

Burgo de Osma, Soria.

Salimos de San Esteban de Gormaz y tomamos la N-122 para disfrutar de un paisaje más cercano que el que ofrece la autovía. Nuestra próxima parada fue el Burgo de Osma.

Este pueblo, notablemente más grande que los anteriores, tenía también una buena cantidad de visitantes. Lo primero que llama la atención desde la lejanía es su imponente catedral de la Asunción del Burgo de Osma.

El pueblo está flanqueado por una muralla y por el río Ucero, tributario del Duero. Pasamos andando por el llamado Puente Viejo, atravesamos la Puerta de San Miguel y nos encontramos con una bonita estampa medieval.

Pasando la catedral por la izquierda nos encontramos con la Calle Mayor. Por allí caminamos bajo los típicos soportales hasta llega a la Plaza Mayor. Allí nos llamaron la atención los interesantes edificios del antiguo Hospital de San Agustín y del Ayuntamiento.

Aprovechamos para saciar la sed en una de las terrazas de la plaza. Una paloma no apuntó muy bien y me cayeron unas excremento en el brazo. Dicen que eso da buena suerte. Lo cierto es que nos llevamos otra anécdota de este paseo.

Terminamos de recorrer la Calle Mayor y regresamos por una de las calles paralelas; así descubrimos la pequeña plaza de Santo Domingo. Ya de vuelta a la Puerta de San Miguel vimos a lo lejos la bonita fachada de la iglesia de la Virgen del Carmen.

Estábamos en el Parque Fluvial, a las afueras del pueblo, y desde allí vimos, reposando en una colina, el castillo de Osma. Diseñado para resistir asedios, fue construido en el siglo X. Al parecer está temporalmente cerrado, así que no nos acercamos más.

Soria.

Llegando a Soria.

Volvimos a la N-122 en dirección a Soria capital. Ya pasaban las tres de la tarde, así que teníamos hambre. Fuimos directo a la ciudad, aparcamos cerca de la plaza de toros de Soria y, afortunadamente, encontramos un sitio que resultó ser muy bueno: el Restaurante Garoa.

Después de una reparadora comida salimos a caminar. Entramos en la plaza de toros, donde había una exposición de ganado. Luego pasamos al lado del Museo Numantino. Recomiendan visitarlo, pero en este momento estaba cerrado.

Seguimos hasta la Diputación Provincial de Soria y nos llamaron la atención las estatuas de sorianos ilustres que adornan su fachada. Casi al lado se encontraba la iglesia de San Juan de Rabanera.

Llegamos a la Plaza Mayor de Soria, donde vimos la llamativa fuente de Los Leones, la iglesia de Santa María la Mayor y una interesante estatua en honor a Leonor Izquierdo, quiensostiene una silla. Ella contrajo matrimonio con el poeta Antonio Machado en dicha iglesia.

Continuamos nuestro andar y pasamos por las ruinas de la iglesia de San Nicolás; posteriormente llegamos a la concatedral de San Pedro y su claustro románico.

Revisamos el mapa y nos dimos cuenta de que habíamos descendido más de lo esperado en dirección al río Duero, así que regresamos. En el camino pasamos por la plaza del Rosel y San Blas.

Paseando por Soria.

Luego hicimos una parada en el bonito parque de la Alameda de Cervantes. Por allí se preparaban unos corredores para un 10K que estaba a punto de comenzar. Dentro del parque visitamos la ermita de Nuestra Señora de la Soledad.

Llegamos al auto y aún nos quedaba algo por visitar en Soria: el interesante monasterio de San Juan de Duero. Una visita recomendada para que apreciar esta construcción del siglo XII, famosa por sus arcos. El lugar, a orillas del río Duero, es muy agradable. Cerca de allí hay una estatua del poeta Gustavo Adolfo Bécquer, observado por un gato.

Soria nos dejó una impresión singular. A diferencia de otras ciudades donde los principales monumentos se concentran en un solo punto, aquí se encuentran dispersos, lo que invita a recorrer distintos rincones de la ciudad. Además, la convivencia entre edificios modernos y construcciones históricas crea un contraste particular que le da a Soria una personalidad propia.

Nos quedó pendiente la visita a la ermita de San Saturio -a la que se llega caminando un par de kilómetros a orillas del Duero- y al Yacimiento-Museo Arqueológico de Numancia, situado en las afueras de la ciudad.

Almazán, Soria.

Ya de regreso a Madrid, por la A-15, hicimos una última parada en el pueblo de Almazán, otra villa que en su día estuvo amurallada y que aún conserva vestigios de aquella época, como la Puerta de Herreros, que atravesamos para caminar hasta la Plaza Mayor.

Encontramos varios edificios interesantes, como el Ayuntamiento, el palacio de los Hurtado de Mendoza, la iglesia de San Miguel y el Arco de la Villa, coronado con un reloj que data de 1886.

En una de las terrazas de la plaza nos tomamos algo para apreciar el entorno y relajarnos un rato. Luego nos levantamos y nos acercamos al mirador de San Miguel, desde donde se supone tendríamos una vista del río Duero, pero estaba tapado por la vegetación de su ribera. Lo que sí apreciamos fueron más restos de la muralla.

Volvimos a tomar carretera, esta vez con destino final Madrid, para concluir así una larga pero interesante jornada.

Reflexiones finales sobre esta ruta por Castilla y León.

Este recorrido por Castilla y León, entre las provincias de Segovia y Soria, nos permitió asomarnos a una España auténtica, de pueblos con historia, paisajes sobrios y gente que mantiene vivas sus tradiciones. Fue un día intenso, acompañados por el Duero, lleno de descubrimientos en el que cada parada nos dejó una estampa distinta: desde las plazas medievales hasta las fortalezas y rincones inesperados. Una ruta que confirma que, más allá de las grandes ciudades, hay mucho por ver, sentir y contar en la llamada España vaciada.

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