Visitamos Alsacia, en el suroeste de Francia, una zona conocida por sus quesos, vinos y, especialmente, por sus mercadillos navideños. Hicimos un recorrido con punto de inicio y final en Basilea, durante el cual cruzamos tres países: Francia, Suiza y Alemania. Visitamos lugares llenos de encanto como Estrasburgo, Colmar, Eguisheim y Friburgo de Brisgovia. Aquí les traemos nuestra experiencia.
Día 1: Llegando a Basilea, Mulhouse y Estrasburgo.
Aterrizamos en Basilea (Basel), Suiza, para iniciar nuestra aventura decembrina por Alsacia.
Llegamos (y nos fuimos) con algo de retraso debido a la línea aérea, por lo que tuvimos que acelerar un poco nuestros planes del día, pero primero, a comer.
Mulhouse: Una parada inesperada.
Después de rentar el auto en el lado suizo del aeropuerto (también hay un lado francés), tomamos rumbo a Mulhouse, la ciudad más grande del lado francés cercana al aeropuerto. Fue una parada que no esperábamos hacer en nuestro camino a Estrasburgo (Strasbourg), la capital de la Navidad.
Como llegamos ya fuera de la hora del almuerzo, decidimos matar dos pájaros de un tiro: visitar el mercadillo navideño de allí y aprovechar para probar algo típico. Así fue como degustamos una salchicha y una especie de chucrut caliente mezclado con otras cosas. Interesante.
Llovía un poco, así que dimos una vuelta por el mercadillo, caminamos un par de bloques más y regresamos para tomar la autopista hacia Estrasburgo.
Estrasburgo: La capital de la Navidad.
La lluvia no cesaba, pero finalmente llegamos a nuestro destino. Nos dirigimos al hotel ubicado en el Quartier de la Gare, muy cerca de los principales sitios turísticos de la ciudad.
De aquí salimos a cenar. Lo hicimos en un interesante lugar de comida turca; simplemente queríamos entrar en calor, así que pedimos una sopa de lentejas.
Comimos rápido pensando que se nos acababa el tiempo para visitar los mercadillos navideños de la ciudad, pero, afortunadamente, la hora de cierre era mucho más tarde de lo esperado. Pudimos caminar por la ciudad y visitar los tres principales mercadillos.
En casi todos los mercadillos navideños en Alsacia que visitamos encontramos artesanías, delicias alsacianas, decoraciones navideñas y, claro está, vin chaud (vino caliente) en diferentes variedades. Los precios en toda la zona de Alsacia son similares, aunque más altos que en los mercadillos alemanes.
De los mercadillos de Estrasburgo, el más tradicional es el Christkindelsmärik, uno de los más antiguos del mundo, que data de 1570 y se extiende por las plazas Broglie y de la Catedral, con esta última iglesia como la principal atracción. También visitamos el mercadillo de la plaza Kléber, con su imponente árbol de Navidad, y el de la plaza Gutenberg, algo más pequeño.
Las decoraciones navideñas destacaban en toda la ciudad. Algunos negocios se lo tomaban más en serio y adornaban sus fachadas con peluches y ornamentos, creando todo un espectáculo visual.
Vimos por un rato una banda de jazz tocando en la calle. Fue una bonita noche. Regresamos al hotel.
Día 2: Obernai, Bergheim, Ribeauvillé, Riquewihr y Colmar en Alsacia.
Seguimos en Estrasburgo.
Por la mañana salimos temprano a desayunar en una boulangerie y continuamos nuestro rumbo hacia la Catedral, ya que queríamos entrar a verla. Lo primero que se ve en su interior es una máquina del clima, un curioso aparato. También destacan los vitrales y el altar mayor. La visita es gratuita, así que no dejen de ir.
De regreso al hotel, cambiamos la ruta y pasamos por el Palacio Rohan, donde se encuentran tres importantes museos: el Museo de Bellas Artes, el Museo Arqueológico y el Museo de Artes Decorativas.
Luego recorrimos rápidamente La Petite France, un hermoso barrio declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Sus pequeñas calles empedradas y canales conforman este llamativo lugar.
Obernai: Tradición de Alsacia.
En nuestra planificación habíamos decidido empezar por Estrasburgo, al encontrarse más al norte, y recorrer los pueblos en dirección al sur hasta volver a Basilea, lugar donde comenzó y terminó este viaje.
Así fue como nuestro siguiente pueblo fue Obernai. Caminamos por su mercadillo navideño, lleno de artesanías locales y delicias alsacianas, considerado uno de los más encantadores de la región.
Nos llamaron la atención las tiendas de quesos alsacianos, algo presente en la mayoría de los pueblos, una delicia local que refleja la rica gastronomía de la región.
En el centro de la ciudad destaca la estatua de monseñor Charles Freppel, que recuerda la profunda herencia católica de este lugar.
Nos desplazamos hasta el mirador que corona la colina de Saint Odile, donde se alza una cruz monumental en honor a los caídos alsacianos durante la Segunda Guerra Mundial. Desde allí se disfruta de una vista impresionante de Obernai y la llanura de la región.
Bergheim: Un almuerzo para recordar.
En Bergheim hicimos una parada estratégica para almorzar. Decidimos hacerlo aquí porque no es un pueblo que reciba una gran cantidad de visitantes, por lo que podíamos encontrar algo sin demasiados inconvenientes.
Disfrutamos de una interesante comida gourmet. Nos advirtieron al entrar: “Aquí no servimos comida típica”. Respondimos con un “perfecto”. Pedimos venado y una sopa de carne desmechada con queso. Ambos platos estuvieron increíbles. El restaurante se llama Animus.
Ribeauvillé y Riquewihr: Viajando en el tiempo.
Seguimos nuestro camino y la siguiente parada fue Ribeauvillé. Es una de las joyas medievales de la Ruta del Vino de Alsacia y se viste de gala en Navidad con su mercadillo, que revive tradiciones ancestrales.
En la Grand Rue, la vía principal de la ciudad, destaca la estatua de los menestrales, un homenaje a los trovadores que llenaban de música y poesía las calles de esta ciudad medieval.
Recorrer Ribeauvillé es como viajar en el tiempo, entre su historia, sus sabores y su vibrante cultura.
Riquewihr, una de las ciudades medievales mejor conservadas de Alsacia, se transforma en un cuento de hadas cada Navidad. Su mercadillo navideño y la emblemática Rue du Général de Gaulle son el alma de la ciudad, con cada rincón reflejando el encanto histórico y navideño del lugar.
También hay espacio para la memoria, destacando el monumento en honor a la liberación de Riquewihr durante la Segunda Guerra Mundial, que recuerda los momentos difíciles de la región y su posterior recuperación.
Aquí había bastante más gente que en los pueblos anteriores, y supusimos que al acercarnos a Colmar encontraríamos cada vez más turistas.
Colmar: La joya de Alsacia.
Llegamos al atardecer a Colmar, la joya de la región de Alsacia. Lo primero que vimos fue la sorprendente réplica de la Estatua de la Libertad, en honor al escultor Auguste Bartholdi, nativo de esta ciudad y creador de la original que se encuentra en Nueva York.
Nos registramos en el hotel y salimos raudos a caminar por las calles de este bello lugar. Ya era de noche.
Lo primero que visitamos fue la Petite Venise, cuyos canales reflejan las luces navideñas, creando un paisaje de ensueño.
A medida que caminábamos, no dejaban de sorprendernos los mercadillos navideños distribuidos por toda la ciudad, envueltos en deslumbrantes decoraciones que iluminaban sus pintorescas calles. En fin, estábamos ante un auténtico paraíso festivo.
Nos llamó la atención la imponente Colegiata de San Martín, una obra maestra gótica que domina el corazón de la ciudad con su arquitectura histórica.
Cenamos en un restaurante típico. Fue un poco complicado por la gran cantidad de turistas, así que tuvimos que hacer fila y soportar una atención poco óptima. Mientras cenábamos, comenzó a llover y Colmar quedó prácticamente vacía. Esa caminata nocturna por las solitarias calles empedradas, aún húmedas, fue la guinda de un intenso y gratificante día.
Día 3: Audie Murphy, Kaysersberg, Eguisheim, Neuf-Brisach y Basilea.
Audie Murphy: Un tributo histórico.
Teníamos una boulangerie al lado del hotel, así que bajamos a buscar nuestro desayuno y lo disfrutamos tranquilamente en la habitación. Hicimos el check-out y salimos temprano para aprovechar el día.
Hicimos una parada especial en la Bolsa de Colmar para visitar el memorial de Audie Murphy, el soldado más condecorado de la historia del ejército de Estados Unidos y todo un héroe durante la Segunda Guerra Mundial.
Kaysersberg: Encanto medieval en Alsacia.
Nuestra siguiente parada fue Kaysersberg. Dimos una vuelta alrededor del pueblo en auto, buscando un lugar para estacionar, y luego nos bajamos a caminar.
Lo primero que se nota a la distancia es el Castillo de Kaysersberg, ubicado en la colina que sirve de frontera al pueblo. Si tienen tiempo y ganas, pueden subir hasta allí para apreciar la vista, aunque el castillo está cerrado al público.
Estábamos en la calle del General de Gaulle y pasamos por la entrada del mercadillo navideño, que aún estaba cerrado. Nos llamó la atención un conjunto autómata a tamaño real de Santa y su ayudante rodeados de animales. Muy bonito.
Casi al lado se encontraba el interesante edificio del ayuntamiento y, a continuación, la Iglesia de la Santa Cruz, conocida por su impresionante cruz del siglo XVI y el llamativo belén en su plaza.
Caminamos hasta el Pont Fortifié, que cruza el río Weiss. De allí dimos unos pasos más para echar un vistazo al Parque Albert Schweitzer, en honor al ganador del Premio Nobel de la Paz en 1952, quien nació en este pueblo.
Eguisheim: Diseño circular y tradición.
Eguisheim tiene un diseño circular con casas que rodean la plaza principal, la Place du Château Saint-Léon, y se dice, aunque no hay confirmación oficial de Disney, que inspiró la película La Bella y la Bestia debido a su estética de cuento de hadas, con calles adoquinadas, casas de entramado de madera, tejados inclinados y un ambiente pintoresco medieval.
Cuando llegamos, a media mañana, había bastante gente, especialmente en los puntos más bonitos del recorrido circular. Pero, “afortunadamente”, una leve lluvia espantó a muchos de ellos, así que pudimos apreciar el pueblo medio vacío y con el empedrado húmedo.
Nos llamó la atención un detalle en las casas: estaban adornadas con identificadores que muestran antiguas profesiones o nombres de familias.
Aprovechamos para almorzar en el Caveau d’Eguisheim, donde disfrutamos de un delicioso cordon bleu.
Después de caminar un rato por el mercadillo navideño, partimos hacia nuestro próximo destino.
Neuf-Brisach: Patrimonio militar en Alsacia.
Nuestra última parada en Alsacia fue Neuf-Brisach, una ciudad fortaleza diseñada por el famoso ingeniero militar Sébastien Le Prestre de Vauban, a petición del rey Luis XIV, y construida entre 1698 y 1702.
La ciudad tiene una forma octogonal, rodeada por una compleja serie de murallas y fosos, siguiendo el característico diseño de Vauban. En 2008, fue inscrita en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO como parte del conjunto de fortificaciones diseñadas por él en Francia.
Además, Neuf-Brisach organiza un mercadillo navideño tradicional, donde las murallas iluminadas añaden un toque especial a la atmósfera festiva.
Dado que prácticamente no había turistas, aprovechamos para visitar algunas bonitas tiendas de decoración y regalos. También nos tomamos un café acompañado de unas galletas que me recordaron a mi infancia.
Basilea: De vuelta a Suiza.
Llegamos por la tarde a Basilea para pasar nuestra última noche del viaje cerca del aeropuerto.
Hicimos el check-in en el hotel, donde nos entregaron nuestras tarjetas de transporte gratis (incluidas en las reservas en esta ciudad), y ya de noche salimos a caminar.
Cruzamos el puente Wettsteinbrücke sobre el Rin y vimos el interesante edificio que alberga el Kunstmuseum, uno de los museos más importantes de Europa, con una impresionante colección de arte que abarca desde el Renacimiento hasta el arte contemporáneo.
Seguimos andando por la Elisabethenstrasse, una de las principales avenidas comerciales de Basilea, famosa por sus edificios históricos, boutiques y una gran variedad de cafeterías y restaurantes.
Llegamos al mercadillo navideño de Barfüsserplatz, donde nos tomamos un vino caliente y compartimos un rato con los animados asistentes. Aquí tenían una enorme Weihnachtspyramide (pirámide de Navidad).
Muy cerca se encontraba la Fuente de Tinguely, creada en 1977 por el artista suizo Jean Tinguely. La fuente está compuesta por un conjunto de ingeniosas máquinas esculturales que se mueven con agua.
Desde allí continuamos hasta la Catedral de Basilea, emblema del arte gótico. Construida entre los siglos XIII y XV, es famosa por su techo de tejas rojas y las vistas panorámicas al Rin desde sus dos impresionantes torres. En la Münsterplatz encontramos el otro gran mercadillo navideño de Basilea, al que dimos una vuelta antes de continuar.
Caminamos un rato más y, desde lejos, observamos el Mittlere Brücke, el puente más antiguo de Basilea, construido en 1226. Finalmente, llegamos al Rathaus (ayuntamiento), un edificio renacentista con una vibrante fachada roja que destaca en la Plaza del Ayuntamiento.
Construido a partir de 1504, el Rathaus es un símbolo de poder y prestigio en Basilea. En su patio interior había una sencilla pero bonita proyección musicalizada sobre la fachada que nos entretuvo por un buen rato.
Fuimos después al Spalentor, una de las puertas medievales mejor conservadas de Suiza, que data de 1400 y era una de las principales entradas a la ciudad amurallada. Por el camino subimos por calles empedradas mientras disfrutábamos del escaparate de tiendas de lujo, artesanías y delicatesen locales.
En este punto decidimos que ya habíamos caminado lo suficiente por el día, así que tomamos un bus que nos dejó al lado del hotel.
No teníamos mucha hambre, pero queríamos algo caliente para entrar en calor y no acostarnos con el estómago vacío. Optamos por una sopa en el Torstübli, de donde salimos contentos por la atención y la calidad de lo recibido.
Día 4: Friburgo de Brisgovia.
En un principio, nuestro vuelo estaba programado para la mañana, pero una reprogramación lo retrasó hasta finales de la tarde. Esto nos dejó con unas horas extra que decidimos emplear visitando la ciudad alemana de Friburgo de Brisgovia (Freiburg im Breisgau).
Conocida por ser una de las ciudades más soleadas de Alemania, Friburgo es un destino ideal para los amantes de la historia, la cultura y la arquitectura medieval.
Conducimos desde Basilea hasta el Casco Antiguo de Friburgo, cruzando el Rin, y llegamos buscando café cerca de la Martinstor, una de las puertas medievales más antiguas de la ciudad, que data del siglo XIII.
Pronto descubrimos uno de los elementos más distintivos de Friburgo: los Bächle, pequeños canales de agua que recorren las calles del casco antiguo. Originalmente diseñados para abastecer de agua a la ciudad en la Edad Media, hoy añaden un encanto especial a las calles empedradas. Según la leyenda, si pisas uno por accidente, ¡te casarás con alguien de Friburgo!
Pasamos por la Bertoldsbrunnen, una fuente histórica e importante punto de referencia en el centro de la ciudad. Lleva el nombre de Bertoldo V, duque de Zähringen, fundador de Friburgo.
Llegamos a la Rathausplatz, una de las plazas más emblemáticas de la ciudad, rodeada por los impresionantes edificios del Nuevo y Viejo Ayuntamiento. Aquí encontramos su mercadillo navideño, lleno de visitantes en esa mañana.
Muy cerca se encuentra el Haus zum Walfisch, uno de los edificios históricos más importantes. Construido en estilo gótico tardío, este edificio del siglo XVI es famoso por haber sido hogar del humanista Erasmo de Róterdam.
Finalmente, llegamos al corazón del casco antiguo, donde se alza la Catedral de Friburgo (Münster), una obra maestra del gótico que data del siglo XIII y que es uno de los emblemas de la ciudad. Su torre de 116 metros es considerada una de las más bellas del mundo. Entramos y disfrutamos por unos minutos de un espectacular concierto de órgano.
En la Münsterplatz, se celebraba uno de los mercados más antiguos de Alemania. Esta animada plaza es ideal para probar delicias locales, como el famoso Flammkuchen, o explorar productos artesanales mientras admiras la catedral.
Después, almorzamos algo tradicional en el Großer Meyerhof, donde nos atendieron muy bien.
Con algo de tiempo disponible, aprovechamos para hacer algunas compras, beneficiándonos de los precios alemanes en comparación con los carísimos precios suizos.
Finalmente, regresamos directo al aeropuerto de Basilea. Entregamos el auto y nos dispusimos a esperar nuestro vuelo de regreso (nuevamente con retraso).
Comentarios finales de Mercadillos Navideños en Alsacia: Colmar, Estrasburgo, Eguisheim, Friburgo y Basilea.
Visitamos tres países: Francia, Suiza y Alemania, separados por el río Rin, centrándonos en una región sumamente popular en Navidad como es Alsacia.
Estrasburgo, Eguisheim y, sobre todo, Colmar superaron con creces nuestras expectativas con sus mercadillos navideños en Alsacia, decoraciones y ambiente festivo, a pesar de la gran cantidad de turistas.
Basilea fue tan cara como esperábamos, mientras que Friburgo resultó ser un agradable e inesperado extra.
¡Hasta la próxima!
Más viajes en Invierno que hemos hecho.
Mercadillos Navideños Alemanes en Hamburgo y Bremen.
Celebrando Navidad en Inglaterra: Londres y las Midlands.
Visitando Austria en Navidad: Hallstatt, Salzburgo y Viena.