Visitamos Praga en enero, una ciudad que fusiona la historia medieval con toques modernos. Desde el imponente Castillo de Praga y el Klementinum, hasta los vibrantes mercadillos navideños, cada rincón ofrece algo especial. Durante nuestra estancia, exploramos los lugares más emblemáticos, disfrutamos de su rica cultura y contemplamos sus hermosos paisajes invernales. Te compartimos nuestra experiencia en esta fascinante ciudad.
Día 1: Llegando a Praga en enero.
Durante el vuelo de Madrid a Praga, pudimos observar amplias zonas de territorio nevado, especialmente sobre Alemania.
Aterrizamos en el aeropuerto Václav Havel, que sirve a la ciudad de Praga, poco después del mediodía. Tomamos el Bus Expreso, cuyo billete cuesta 4 euros, pero nos salió gratis porque el datáfono estaba averiado. Nos dirigimos hacia la estación central de buses y trenes, Hlavní nádraží, ubicada en el centro de la ciudad.
Teníamos anotados algunos restaurantes tradicionales entre la estación y nuestro hotel para comer, y decidimos ir a uno de ellos, el U Provaznice. La comida estuvo bien. Luego hicimos el check-in en el Old Prague Hotel, recargamos energías (nosotros y los móviles), y salimos a pasear de inmediato.
Ciudad Vieja y Nueva de Praga.
Salimos al caer la tarde y, por casualidad, pasamos junto a la cabeza de Franz Kafka, una interesante escultura en constante movimiento. Nos encontrábamos en la Ciudad Nueva de Praga.
Después caminamos por la alargada Plaza de Wenceslao, donde se estaba celebrando uno de los mercadillos navideños de la ciudad. Sabíamos que aún estaría allí, ya que en Praga suelen extender las celebraciones navideñas hasta el 6 de enero. Al final de la plaza, admiramos la magnífica estructura del Museo Nacional de Praga.
Continuamos nuestro paseo y llegamos a la Torre de la Pólvora, una imponente construcción con una historia fascinante. A través de ella, ingresamos a la Ciudad Vieja.
Nos percatamos de que había autos clásicos recogiendo turistas. Fue una constante durante todo el viaje verlos circulando por la ciudad.
Luego llegamos a la Plaza de la Ciudad Vieja, el epicentro de esta zona de Praga, donde encontramos otro animado mercadillo navideño.
Admiramos la hermosa Iglesia de Týn, de estilo gótico, con sus dos impresionantes torres. También nos acercamos a la iglesia de San Nicolás, que, aunque menos imponente, tiene su encanto, y a la Torre del Ayuntamiento.
Resultó interesante admirar el famoso Reloj Astronómico, aún en funcionamiento, y tuvimos la suerte de llegar justo a tiempo para ver el desfile de los apóstoles.
Barrio Judío de Praga.
Estábamos cerca del barrio judío, así que decidimos aprovechar para visitarlo ese mismo día. Pasamos frente a varios edificios y aceras adornadas con estrellas de David.
Visitamos el cementerio judío sin entrar, pero pudimos observar cómo se apilaban varias capas de entierros, hasta rebasar los muros del recinto. Se estima que decenas de miles de judíos están enterrados en este espacio relativamente pequeño.
También vimos un par de sinagogas: la antigua, cargada de historia y que incluye la leyenda del Gólem de Praga, y la más reciente, donde se celebran oficios religiosos. Estaban todas cerradas ese día por ser sábado.
Curiosamente, cuando nos detuvimos a tomar una foto frente a la segunda, alguien se acercó a echarnos un vistazo.
Calle Pařížská de Praga.
Regresamos a la Ciudad Vieja y, por casualidad, pasamos por la Calle Pařížská, donde en pocas manzanas se encuentran algunas de las tiendas más exclusivas de la ciudad. Lo que realmente destaca en la calle son los hermosos edificios de estilo Art Nouveau.
Durante el viaje notamos que había un claro enfoque en el turismo de compras. Por lo que pudimos observar, los productos de lujo, así como otras compras, resultan ser más baratos que en otras ciudades.
Nos dirigimos hacia la zona del hotel en busca de un lugar donde cenar algo ligero, como una sopa para calentarnos del frío, y decidimos ir a La Piccola Perla. Eso sí, deben ir con tiempo, ya que el servicio es bastante lento.
Día 2: Castillo de Praga y Teatro Negro.
Nos levantamos temprano para desayunar y llegar pronto al Castillo de Praga, uno de los principales atractivos turísticos de la ciudad.
Emprendimos la caminata desde el hotel hasta el castillo, con el frío apretando. Cruzamos el Puente de Mánes, sobre el río Moldava, y luego nos esperaba una larga escalera al final del recorrido.
Queríamos llegar justo cuando abrieran el recinto para evitar las multitudes que suelen visitarlo.
Castillo de Praga.
Fuimos directamente a la Catedral de Praga (Katedrála sv. Víta) y descubrimos que abría a las 12 p.m. por ser domingo. No hubo problema, decidimos visitar otros lugares primero.
Primero visitamos el Old Royal Palace (Starý královský palác), donde nos encontramos con un gran salón utilizado para recepciones, además de otros salones abiertos, como aquel donde se reunía la corte. Luego, nos dirigimos a la Basílica de San Jorge (Bazilika svatého Jiří).
Después caminamos por el Callejón de Oro (Zlatá ulička), un curioso pasaje construido en el siglo XVI, formado por pequeñas casitas que originalmente sirvieron de vivienda a la guardia del castillo. Con el tiempo, se convirtió en una especie de mini barrio bohemio, e incluso Franz Kafka llegó a vivir allí.
Algunas de las casitas albergan negocios, mientras que otras se han transformado en pequeños museos que muestran cómo vivían las personas que las habitaron en diferentes épocas. Nos sorprendió que la vidente, el cineasta y el herbolario tuvieran las casas más grandes.
También hay una especie de museo de armaduras con vistas a la muralla que protege el castillo.
Terminamos nuestras visitas pendientes, y aún antes de las 11:00 a.m., nos dirigimos a una acogedora cafetería al final del callejón para tomar algo mientras esperábamos.
Nevaba cada vez más fuerte afuera. Alrededor de las 12 p.m., regresamos a la Catedral de Praga y nos dimos cuenta de que ya se había formado una larga fila de turistas esperando su apertura.
Afortunadamente, la fila avanzó rápidamente y pudimos disfrutar de la majestuosidad del lugar, donde en el pasado se coronaron reyes. Realizamos el recorrido, que en algunos momentos se volvió un poco agobiante debido a la gran cantidad de turistas, y luego nos fuimos.
Ciudad Pequeña de Praga en enero.
Al salir del castillo, nos dimos cuenta de que la cantidad de turistas había aumentado considerablemente. Decidimos bajar hacia la Ciudad Pequeña (Malá Strana), el encantador barrio ubicado a los pies de la colina donde se encuentra el castillo.
La primera parada fue para almorzar, y lo hicimos en el restaurante tradicional Lokál U Bílé kuželky. La comida estuvo muy buena y fue, sin duda, el mejor precio del viaje. Continuamos disfrutando de la deliciosa comida checa.
Disfrutamos de un café en una encantadora galería de arte cercana y luego paseamos un rato por este pintoresco barrio.
Llegamos al Muro de John Lennon, un lugar emblemático, aunque no hay mucho más que una pared cubierta de grafitis, algunas imágenes en su honor y varios turistas tomándose selfies.
Continuamos caminando hasta el parque Kampa, situado a orillas del río Moldava, que normalmente es verde, pero que en invierno lucía cubierto de blanco. A pesar del frío, aprovechamos la oportunidad para tomar varias fotos del paisaje y del otro lado del río. Si visitan el Museum Kampa, podrán ver un molino de agua en funcionamiento.
Regresamos a nuestro hotel cruzando esta vez el famoso Puente Carlos (Karlův most), conocido por sus impresionantes esculturas que adornan sus bordes, a diferencia del puente anterior.
Teatro Negro de Praga.
Habíamos planeado dedicar la noche a un crucero por el río Moldava o a asistir a alguno de los conciertos navideños que se realizan en las iglesias, pero había algo que habíamos olvidado: el mundialmente famoso Teatro Negro de Praga.
Compramos entradas para las 8 p.m. y antes de ir al teatro, decidimos cenar en la Pizzería Kmotra Kavárna. Calculamos mal el tiempo y, justo cuando nos servían el segundo plato, tuvimos que irnos. Afortunadamente, amablemente lo guardaron hasta nuestro regreso.
El espectáculo estuvo muy entretenido y duró un total de 90 minutos. Sin duda, lo recomendaría. Nos sorprendió la gran cantidad de españoles entre el público.
Regresamos por la segunda parte de la cena y luego dimos un paseo por una ciudad casi desierta.
Día 3: Klementinum y regreso.
Casa Danzante.
Contábamos con algunas horas antes de regresar a Madrid, así que decidimos aprovechar la mañana para caminar por la Ciudad Nueva hasta llegar a la curiosa Casa Danzante (Tančící dům), un edificio de oficinas diseñado por el renombrado arquitecto Frank Gehry.
Muy cerca de allí se encuentra la Casa de Fausto (Faustův dům), un edificio envuelto en leyendas, la mayoría de ellas oscuras. A pesar de ello, es un edificio relativamente típico de la zona.
Regresamos a la Ciudad Vieja atravesando el Parque de Carlos (Karlovo náměstí) y aprovechamos para tomar un café mientras esperábamos a que fueran las 11 a.m., hora en la que comenzaba el tour guiado en inglés del Klementinum.
Klementinum de Praga.
Este fascinante complejo está lleno de historia y alberga espacios destacados, como la Biblioteca Nacional de la República Checa (Národní knihovna České republiky) y la Torre Astronómica (Astronomická věž).
Ambos lugares están incluidos en el tour guiado en inglés. La biblioteca solo puede observarse desde su puerta de entrada, lo que crea la sensación de estar mirando un portal hacia otro tiempo. Es una visual impresionante.
La Torre Astronómica conserva algunos de los instrumentos y libros utilizados por el astrónomo danés Tycho Brahe. Tras subir varios escalones, algunos bastante complicados, llegamos a la parte más alta, desde donde se disfruta de una panorámica espectacular de Praga.
Recomendamos totalmente esta visita, pero es importante comprar las entradas con antelación, ya que los tours tienen un aforo limitado.
Última comida en Praga y retorno.
Atravesamos la Plaza de la Ciudad Vieja e intentamos entrar a la Iglesia de Týn, pero descubrimos que está cerrada los lunes. No fue un inconveniente, ya que pudimos admirarla desde la puerta.
Desde allí, fuimos a almorzar algo italiano, luego recogimos nuestras mochilas en el hotel y caminamos hasta la parada del autobús expreso en la estación Hlavní Nádraží. Siempre tratamos de caminar por rutas diferentes para aprovechar al máximo cada rincón de la ciudad.
Comentarios finales del paseo por Praga en enero.
Nuestro viaje a Praga en enero fue una experiencia fascinante. Visitamos el Castillo de Praga y el Klementinum, disfrutamos de la gastronomía checa e italiana, y tomamos buen café en los acogedores cafés de la ciudad. Además, nos sorprendió el Teatro Negro, una muestra única de la creatividad local. Praga en invierno es un destino lleno de magia, y sin duda volveremos para seguir explorando sus rincones.
Más viajes en Invierno que hemos hecho.
De Mercadillos Navideños en Alsacia: Colmar, Estrasburgo, Eguisheim, Friburgo y Basilea.
Mercadillos Navideños Alemanes en Hamburgo y Bremen.
Celebrando Navidad en Inglaterra: Londres y las Midlands.
Visitando Austria en Navidad: Hallstatt, Salzburgo y Viena.