Tuvimos el privilegio de presenciar el espectáculo de The Piano Man, Billy Joel, en su casa, the World’s Most Famous Arena, el Madison Square Garden de New York este pasado 5 de mayo de 2023.
Ver a Billy Joel se había vuelto una obsesión.
En 2019 habíamos decidido viajar a New York y parte de la costa noreste de EE. UU. Ya Billy Joel tenía su residencia en el Madison Square Garden. Los años no pasan en vano, así que el artista decidió, a cambio de una extraordinaria compensación monetaria, tocar casi exclusivamente en este recinto. Revisamos la programación y coincidíamos con una de las fechas pautadas, así que compramos boletos; en reventa, ya que estaban agotados desde hacía meses.
Arrancamos 2020 con noticias preocupantes que llegaban de China. Luego Taiwán. Luego Italia. Luego España. Ya a finales de febrero todo se iba al carajo: el COVID-19 se convirtió en pandemia. La expectativa por el viaje y concierto programados para abril de 2020 se esfumó.
El concierto fue reprogramado para algún momento de 2022. No podíamos asistir, por lo que tuvimos que vender las entradas.
Ya en 2023, tocaba planificar este viaje nuevamente. A finales de año se vencía el crédito que nos había dado la aerolínea (Delta, de excelente servicio), así que de vuelta a organizar todo.
Cuando empezamos a hacer las reservaciones de hotel y otros pasajes para desplazarnos dentro de EE. UU. revisamos cuándo iba a tocar Billy en esos días y resultó que el 5 de mayo estaba en su agenda. Aún había entradas disponibles en el canal de venta oficial, con lo cual luego de unos ajustes menores de itinerario volvimos a tener un concierto de Billy Joel en nuestros planes.
Un gran asterisco acompañaba la compra de estos boletos, y es que el concierto estaba sujeto a reprogramación dependiendo de los playoffs de la NBA, dado que el equipo de la ciudad, los New York Knicks, estaban bien posicionados en la ronda regular.
A pesar de ligar que les fuera mal (pobres, no tienen culpa) alcanzaron el pase a los playoffs. Y no sólo eso, superaron la primera ronda. La posibilidad de volver a perdernos este concierto estaba latente.
Afortunadamente, salió la programación para la segunda ronda y ese día no jugaban en New York así que finalmente veríamos en vivo, en su casa, a The Piano Man.
El Madison Square Garden.
Esta fue mi primera visita a La Gran Manzana. Los amigos a los que le comento eso no lo pueden creer, pero así es la vida. Me sentía como Will Smith en el Príncipe del Rap cuando llega a Bel-Air. Definitivamente New York es la capital del mundo.
En pleno Manhattan, estábamos hospedados a pocas manzanas del Garden (así se refieren al Madison Square Garden con cariño), así que nos fuimos andando. Una parte del exterior está en obras, así que por ahora se pierde un poco la magnificencia del lugar.
Entramos y todo fue relativamente sencillo. Básicamente se puede entrar por cualquier lado: los accesos bordean la arena por completo, como anillos, así que sólo es cuestión de entrar y caminar hasta encontrar tu nivel y sección.
Escogimos unos puestos de altura media pero relativamente cerca de la tarima, buscando un equilibrio saludable entre precio y ubicación.
Nos gustó el Garden. Es grande pero acogedor y se siente grandeza en el lugar, huésped de innumerables eventos musicales y deportivos. Las pantallas superiores en el centro, al estilo NBA, me llamaron la atención.
Había buen ambiente entre los más de 20.000 espectadores. El cartel de Sold Out estaba colgando, literalmente, en la entrada. Joel es home club.
Así arrancó Billy Joel en New York.
Poco antes de las 8:30 p.m. se apagaron las luces y empezaron a sonar los acordes de The Natural de Randy Newman (la canción de la película de beisbol protagonizada por Robert Redford).
Dispositivos móviles en modo de grabación activos y se iluminó el centro de la tarima. Allí estaba Billy Joel, genio y figura, sentado frente a su piano tocando Miami 2017 (Seen the Lights Go Out on Broadway). Terminó, se giró en su silla para ver al público cubriendo su rostro de las luces y empezó a tocar el himno de la alegría como intro para la poderosa My Life. El público cantó a todo pulmón el estribillo.
“Good evening, New York City” Tomó un sorbo de la bebida que tenía en una taza, “Welcome to the Madison Square Garden” con su acento neoyorquino. Luego mencionó que este era el show 90 consecutivo allí de un total de 136. Se dice rápido, pero bastante tela se ha cortado en la carrera de Joel desde su primer concierto aquí el 14 de diciembre de 1978.
Luego de desear un feliz “5 de mayo” (día de fiesta para los mexicanos), empezó a presentar cada una de las canciones que tocaría en la primera parte del show, haciendo comentarios jocosos sobre su vida, canción, disco, edad y cualquier cosa que le pareciera que viniera al caso.
En el setlist hubo de todo un poco. Sólo uno de sus álbumes no estuvo presente, de 1986 The Bridge y teniendo Glass Houses de 1980 el mayor aporte con 6 de las 29 canciones interpretadas esta noche.
El público de New York no parece aburrirse de Joel. Unas más que otras, pero de alguna forma todas las canciones fueron acompañadas, como Just the Way You Are. En esta tomó un paso al frente con su saxo Mark Rivera; acompañando desde 1982, es el miembro más veterano de la poderosa banda.
The Piano Man entreteniendo al público del Garden.
Más chistes y más canciones, Billy Joel logra hacer sentir a más de 20.000 personas que están en un piano bar escuchando canciones y bromeando con el pianista. No hacen falta efectos especiales, bailarines, ni fuegos artificiales, sólo el talento y el carisma de este gran artista y su banda.
El espectáculo siguió con Zanzibar, canción que no se lanzó como single y en la que destacó el trompetista Carl Fischer (en la banda desde 2006).
Algunos dicen que Joel ya está viejo. Evidentemente lo está, 73 años pesan en la gran mayoría de los mortales. Pero lo más importante, su voz, sigue allí. Al que tenía dudas, An Innocent Man se las aclaró por completo. Se puso de pie apartándose del piano, presentó la canción, bromeó sobre lo complicado que iba a ser y se puso a trabajar. En An Innocent Man se tienen que alcanzar unos tonos particularmente altos, y lo logró. El público celebró.
Aprovechó el momento para lanzarse una estrofa de Start Me Up de The Rolling Stones. Intentó imitar los movimientos de Mick Jagger y fracasó estrepitosamente, pero se valora el esfuerzo. Se volvió a sentar al piano, presentó la siguiente canción indicando que la escribió en España y soltó un 1, 2, 3, 4 en español para iniciar Don’t Ask Me Why.
Vino el momento de presentar al bajista: Andy Cichon, australiano ex Rose Tattoo -banda de culto en aquellos lares- y con Joel desde 2001. Procedieron a tocar la excelente pieza Los Angelenos, canción que no tocaban en vivo desde 1981. El trompetista se volvió a lucir. Y, para seguir con el mismo álbum (Streetlife Serenade), tocaron The Entertainer.
Seguirían con Movin’ Out (Anthony’s Song), tras la cual se le rendiría tributo al cantante canadiense Gordon Lightfoot (había fallecido 4 días antes) con una versión de Sundown y a quien le dedicó The Downeaster Alexa, canción con la que el guitarrista Tommy Byrnes (en la banda desde 1989) daba un paso al frente.
Seguimos con Billy Joel en New York.
Tocaron Allentown y después Rivera con su saxo se sentó al lado de Joel para interpretar New York State of Mind, canción muy coreada, como no podía ser de otra forma, por la audiencia de la que formaba parte su mujer, Alexis Roderick, a quien envió un feliz cumpleaños desde la tarima.
Más canciones siguieron fluyendo en la velada. Era el turno de Sleeping With the Television On, All for Leyna, Sometimes a Fantasy y Only the Good Die Young, otra de esas canciones muy coreadas por el público y que invitaba a levantarse de los asientos.
El escenario era relativamente sencillo; estaba hacia uno de los fondos de la arena y permitía que fuera visto desde cualquier parte, incluso para los que estaban detrás. Lo interesante era que la plataforma sobre la cual estaban Joel y su piano giraba, algo que sucedía con cierta frecuencia para que el artista estuviera un rato sentado en cada dirección posible.
A estas alturas del concierto ya Joel había dejado de hablar y se había enfocado en tocar y cantar. Era el turno de The River of Dreams, uno de sus últimos sencillos y que está a punto de cumplir 30 años. Joel mismo lo dijo en algún momento de la noche: les tengo una noticia buena y otra mala, la mala es que no tengo nada nuevo para tocar, la buena es que no necesito nada nuevo para tocar.
El turno dedestacar esta vez fue para Crystal Taliefero, la multi-instrumentista y vocalista perteneciente a la banda de Joel desde 1989. La oportunidad la tuvo cantando una versión del tema River Deep, Mountain High de Ellie Greenwich.
Justo después harían una versión de la aria Nessun dorma de Giacomo Puccini. La interpretó con sorprendente voz el guitarrista Mike DelGuidice, el miembro más reciente (desde 2016) y quien creció escuchando la música de Joel e incluso llegó a formar una banda de versiones (Big Shot) en su Long Island natal. Por cierto, la mayoría de los músicos son de New York State.
Llegando al encore.
Estábamos en la recta final del espectáculo. Scenes From an Italian Restaurant sería la canción 23 de la velada, una buena dosis de aplausos, un par de comentarios y, justo después, probablemente el momentazo de la noche. Joel se coloca una harmónica con un arnés para no tener que sostenerla con las manos. Si, era la hora de Piano Man. Todos gritamos de emoción. Imaginen 20.000 personas, absolutamente todas, coreando cada una de las palabras. Aún me emociono de sólo recordarlo.
Aprovecharon el subidón anímico para hacer la pausa para el encore. Después de la ovación apareció Joel, guitarra al hombro, para tocar We Didn’t Start the Fire, en las visuales se veía cada uno de los personajes nombrados en la canción. Genial. A propósito, esta canción es uno de los tres número 1 que tuvo Joel en EE.UU.
Billy permaneció de pie. Venían más favoritas del público con Uptown Girl y It’s Still Rock and Roll to Me (el otro número 1 que tocó esta noche) El público stampoco se sentó para acompañar al artista quien hacía lo que podía con sus torpes, pero simpáticos movimientos. Cada vez que Joel se ponía de pie quedaba al mando de los teclados Dave Rosenthal (ex Rainbow y desde 1993 en la banda).
La estrella del Garden volvió al piano. Aún quedaban dos piezas más: Big Shot y con la que cerraría la noche, You May Be Right, la canción más rockera del setlist. Aquí los guitarristas se divirtieron con el baterista Chuck Burgi (desde 2006 en la banda). Hacia el final de la canción incluyeron una parte de Rock and Roll de Led Zeppelin cantada por DelGuidice para cerrar con broche de oro.
Así fue Billy Joel en New York.
Billy Joel en New York fue una experiencia memorable. Ni siquiera la enorme cantidad de conciertos que llevo encima, el jet lag o un incipiente catarro me privaron de disfrutar cada momento de esta espectacular velada. Quedará en mi recuerdo, como algo que anhelaba desde hacía años, haber podido cantar en vivo The Piano Man en la casa de su creador, el Madison Square Garden de la Gran Manzana.
Hasta la próxima.
Escrito por FUShoots. Edición de texto por Lastmario.
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