Luego de nuestro paseo por la Selva Negra en verano, volvimos a Alemania en diciembre de 2022 para recorrer una pequeña parte del norte del país con Hamburgo y Bremen como objetivos. Aprovechamos, cómo no, para disfrutar de los mundialmente conocidos mercadillos navideños alemanes. Aquí les traemos nuestra experiencia.
Primer día en Hamburgo, de mercadillos navideños.
Aterrizamos en el aeropuerto de Hamburgo, la ciudad más importante del norte de Alemania y reconocida por su puerto, el más grande del país y uno de los más importantes del mundo.
Tomamos un subterráneo hasta la estación central de trenes de la ciudad en donde terminamos almorzando alrededor de las 4 pm, después de haber postergado la comida.
Lo hicimos en el Block House, cadena de restaurantes especializados en carnes que cuenta con una sucursal al frente de la estación. La camarera fue muy atenta y comimos bastante bien por un precio menor al que esperábamos.
De aquí nos fuimos andando a nuestro hotel. No merece la pena mencionarlo ya que no era muy bueno ni tenía una ubicación óptima para una rápida visita turística. Alójense alrededor de la estación central.
Hicimos check-in, reposamos unos minutos y volvimos a salir, pues teníamos que sacar provecho a las pocas horas que estaríamos en esta interesante ciudad.
Nos dirigimos raudos al Rathaus (ayuntamiento) ya que, siguiendo la tradición alemana, allí se debe encontrar la plaza de mercado más importante. Por el camino fuimos apreciando adornos navideños por doquier y un gran ambiente.
Pasamos de largo varios mercadillos navideños -prácticamente había uno por cada calle peatonal- hasta que llegamos al Rathausmarkt. Habíamos almorzado ligero pensando en poder degustar las tradicionales salchichas alemanas y entrar en calor con el Glühwein (vino caliente), pues los termómetros rozando el cero así lo requerían.
Aprovechamos también para ver algunos puntos interesantes de la zona como el Alsterarkaden, una galería comercial al estilo veneciano junto a uno de los tantos canales de agua que por la ciudad se encuentran, la Iglesia de San Pedro, y lo que queda en pie de la Iglesia de San Nicolás, destruida casi en su totalidad durante los bombardeos de la WWII.
Después nos desplazamos un poco más lejos, por subterráneo, para poder caminar por la popular Reeperbahn en St. Pauli, el barrio rojo más grande de Europa. Aquí -casi- todo está permitido, un coctel de disfrute para el adulto lleno de bares, antros y sexo.
Allí se llevaba a cabo el mercadillo navideño nocturno. Luego del ambiente familiar de nuestra primera parada, nos encontramos con un lugar más grande, pero también más abarrotado y con más “fiesta”.
Los puestos de venta de artesanías tradicionales de hace un rato dieron paso a tenderos ofreciendo lencería y juguetes sexuales. Sin duda, una experiencia diferente. Incluso había una banda tocando en vivo. Prácticamente no nos detuvimos: Entramos, recorrimos a lo largo y salimos.
Caminamos un poco más para visitar la Beatles-Platz. Los cuatro de Liverpool, cuando no eran nadie, patearon estas calles tocando en cuanto antro los contrataba. Justo al lado vimos a un Nachwächter (vigilante nocturno) sosteniendo su farola y ofreciendo el tour nocturno en alemán por esta parte de la ciudad.
Regresamos en bus a nuestro hotel y así terminamos nuestra primera fría noche en Alemania.
Aprovechando las primeras horas de la mañana en Hamburgo.
Nos levantamos temprano, hicimos check-out, y, con la mochila al hombro, nos fuimos en Uber a ver la magnífica Elbphilharmonie (Filarmónica del Elba). No pudimos entrar ya que abren a las 10, pero bien mereció el esfuerzo observar este interesante edificio y su entorno. Por cierto, Elba es el río que desemboca en Hamburgo.
De aquí nos fuimos andando hasta la estación central disfrutando los aromas de los dulces en preparación que luego se venderán en los mercadillos navideños y desayunamos en Vivet poco antes de llegar. Allí comimos bien y tuvimos una amable conversación con el camarero sobre fútbol, el tema del momento con el Mundial de Catar en pleno desarrollo.
Terminamos y fuimos a esperar nuestro tren con destino a Bremen.
Primeras impresiones de los alrededores de Bremen.
En poco más de una hora llegamos a Bremen que, junto a Hamburgo y Berlín, son las únicas tres ciudades-estado de Alemania.
Los amigos que tenemos por aquellos lares nos recogieron en la bonita estación de tren de la ciudad y pasamos un buen rato de reencuentro con ellos en su apartamento en las afueras de Bremen.
Más tarde saldríamos a dar una vuelta cerca de donde ellos viven, en el distrito de Vegesack, en la parte norte del estado. Allí hay un agradable paseo marítimo con jardines, parques y una buena vista sobre el río Weser. La orilla contraria pertenece a la Baja Sajonia, otro estado federal de Alemania.
Cerca de allí solían hacer un mercadillo navideño, pero este año estuvo muy venido a menos, así que decidimos volver a casa, tener una cena casera y descansar.
Bremen y sus mercadillos navideños.
Despertamos, nos preparamos y fuimos a desayunar a la casa de los padres de nuestros amigos. Nos esperaban con un buen surtido de panecillos, mermeladas (incluso hechas en casa), quesos, Fleischtsalat (ensalada de carne) y embutidos varios. Vaya festín.
Después de una buena sobremesa y otro café -a los alemanes les gusta el café bien hecho- nos fuimos a descansar un rato. Necesitábamos recargar baterías para visitar Bremen.
Empezando la tarde iniciamos el paseo por la Altstadt (ciudad vieja) término con el que en Alemania identifican al centro de las ciudades por ser la parte más antigua.
Lo primero que nos llamó la atención fue la escultura Die Bremer Stadtmusikanten (los músicos de Bremen) basada en el cuento del mismo nombre de los hermanos Grimm. Les invito a leer un poco al respecto en Wikipedia. Dicen que, para la suerte, hay que sostenerle con ambas manos las patitas al burro.
Ya habíamos llegado a la Bremer Marktplatz (Plaza del mercado de Bremen). Allí apreciamos el Bremer Rathaus (Ayuntamiento de Bremen), la St. Petri Dom Bremen (Catedral de San Pedro de Bremen) y algo que me llamó muchísimo la atención, el Bremer Roland (Estatua de Rolando): un gigante de piedra mirando a la Catedral que simboliza la libertad de la ciudad. Pueden leer más sobre ella en Wikipedia, y si quieren ahondar más en el tema, consulten la historia de la Liga Hanseática, todo un hito para el liberalismo.
Por supuesto que no desperdiciamos la oportunidad de tomarnos un Glühwein en el mercadillo navideño que aquí encontramos. Era imperativo calentarse un poco, la temperatura ya había bajado de cero.
Para completar, degustamos algunas de las delicias gastronómicas de la zona como los Bretzel (pretzel) y Kreppel (torta frita).
Seguimos andando y pasamos por la Böttcherstraße, una popular calle con llamativos edificios de ladrillo en donde podrán encontrar tiendas en donde fabrican caramelo, con el atractivo añadido de que se puede observar el proceso.
Después fuimos a Schnoor, un bonito y pintoresco barrio de estrechas calzadas adoquinadas y pequeñas casas centenarias en donde se concentran negocios de artesanías, cafés y restaurantes. Una cuchitura.
Llegamos a las orillas del río Weser, pero la vista en invierno no es particularmente inspiradora. En primavera o verano es más entretenido.
Seguimos caminando hacia otro mercadillo navideño -este con temática pirata-, el que hacen en el Weser Promenade Bremen (el paseo del río Weser).
Comimos salchichas de carne de jabalí. Crepes con chocolate. Probamos el Kartoffelpuffer (panqueque de patatas) con salsa de manzana. También vimos a la venta los Stollen (pan con fruta tradicional de navidad).
Nuestros amigos nos comentaron que los tenderos del mercadillo navideño -vestidos con ropas a la usanza pirata- estaban hablando una especie de alemán antiguo. Pasamos un buen rato allí, el ambiente, mejor imposible. La gente sonreía y saludaba.
El frío seguía apretando así que decidimos volver a casa. Tomamos té y seguimos charlando hasta quedarnos dormidos.
Hasta pronto, Bremen.
Nos levantamos temprano, desayunamos y nos llevaron a la estación de Bremen, donde teníamos un tren que coger con destino a Hamburgo y allí un vuelo hacia Madrid.
De este viaje a Alemania nos llevamos la hospitalidad alemana y lo bien que se pasa en los mercadillos navideños. Por cierto, aprovechen la oportunidad para llevarse algún recuerdo de ellos, ya que los precios son bastante razonables para las calidades que se consiguen en sus artesanías.
Nos fuimos contentos, llenos de navidad y fraternidad alemana.
Hasta la próxima.
Escrito por FUShoots y editado por LastMario.
Otros destinos turísticos en Europa:
Visitando Alemania en tres días: Fráncfort del Meno, Heidelberg y la Selva Negra.
2 Respuestas a “Mercadillos Navideños Alemanes en Hamburgo y Bremen.”
Los comentarios están cerrados.