atenas y delfos en febrero

Viaje a Atenas y Delfos en febrero.

Visitamos Atenas y Delfos en febrero, un viaje que nos llevó al corazón de la historia y la mitología griega. Desde la imponente Acrópolis y el legendario sitio arqueológico de Delfos, cada rincón nos sorprendió con su riqueza cultural. Exploramos los lugares más emblemáticos, disfrutamos de su deliciosa gastronomía y contemplamos sus paisajes. Te compartimos nuestra experiencia en esta fascinante tierra donde el pasado y el presente se entrelazan.

Día 1 en Atenas: llegada, souvlakis y vistas al Partenón.

Tomamos un vuelo vespertino en Madrid con destino a Atenas. Después de poco más de tres horas aterrizamos y rápidamente buscamos el acceso al metro; la línea M3 sale cada media hora del aeropuerto por 9 euros cada pasajero.

Nos bajamos, ya de noche, en la plaza que da nombre al barrio de Syntagma. Estaba muy animada. Caminamos unas cuadras y llegamos a nuestro hospedaje, un bonito apartamento con una vista impresionante del Partenón. Aquí les dejamos el enlace para que lo vean.

Nuestra ubicación era excelente. Estábamos a pocos pasos de los barrios de Plaka y Monastiraki, donde pasaríamos la mayor parte de nuestro tiempo de ocio en este viaje.

Teníamos hambre, así que hicimos nuestra primera comida del viaje en O Thanasis, un popular lugar de souvlakis. Después, compramos algunos víveres para el desayuno y regresamos a descansar; nos esperaba una larga jornada al día siguiente.

Día 2 en Delfos y más allá: un recorrido entre historia y paisajes.

Nos levantamos bien temprano, desayunamos en casa y salimos a buscar el auto que habíamos reservado únicamente para ese día. Puntualmente, a las 8 a.m., lo recogimos.

Tomamos la carretera; nos esperaban casi tres horas de camino hasta Delfos, uno de los lugares más importantes del mundo griego antiguo, erigido en honor al dios Apolo.

Las entradas para este lugar, al igual que para la mayoría de los que mencionaremos, pueden comprarse en el sitio o a través del canal oficial en línea aquí. Posiblemente en temporada alta sea mejor asegurarse y comprarlas con antelación. Eso sí, muchas de estas entradas tienen una franja horaria específica para su uso, así que ténganlo en cuenta.

Museo Arqueológico y Sitio Arqueológico de Delfos.

No pudimos estacionar en el pequeño aparcamiento del museo, ya que hay muy pocos espacios, pero afortunadamente conseguimos un lugar al entrar al pueblo homónimo. Caminamos unos minutos y visitamos el Museo Arqueológico de Delfos.

Nos llamaron la atención algunas obras, en especial el Auriga de Delfos y la Esfinge de Naxos. Hicimos el recorrido sin guía, simplemente leyendo los carteles e investigando en Internet.

Terminamos la visita al museo y nos dirigimos al Sitio Arqueológico de Delfos, ubicado justo al lado y en donde se ubican los restos de varias edificaciones interesantes, como el Templo de Apolo, el Teatro de Delfos y el Tesoro de los Atenienses, que reposan sobre el majestuoso Monte Parnaso. En este lugar estuvo alguna vez el legendario Oráculo de Delfos.

Por cierto, las vistas desde este lugar son espectaculares. Caminando entre estas ruinas, nos resultó difícil imaginar lo que podría pensar un simple mortal hace 3.000 años al ver esto desde la distancia.

Almuerzo en Delfos y Arachova.

Volvimos al pintoresco pueblo de Delfos y almorzamos en el restaurante Epikouros. Desde allí disfrutamos de unas vistas espectaculares del valle de Phocis, que se extiende hasta el Golfo de Corinto. Pedimos jabalí; esperábamos algo un poco mejor, pero no estuvo mal.

Para ir y volver de Delfos hay que pasar por el popular y atractivo pueblo de Arachova. Nos conformamos con verlo a la distancia, ya que era complicado aparcar y queríamos aprovechar el tiempo para ver más lugares.

Monasterio de Osios Loukas.

Fuimos a visitar este interesante monasterio bizantino, que no representaba un gran desvío en nuestra ruta de regreso. Sabíamos que llegaríamos después de la supuesta hora de cierre (3:30 p.m.), pero tuvimos suerte, ya que había algún tipo de evento y estaba abierto. Pudimos ver a un par de monjes dando una charla a los asistentes. Fue una experiencia interesante.

Noche en Atenas.

Teníamos un par de puntos más por cubrir: la ciudad de Lebadea, que simplemente atravesamos, y el lago Iliki, casi llegando a Atenas. Para llegar a este último tomamos un camino secundario de tierra que nos acercó a sus aguas, pero no nos pareció especialmente interesante. Pueden omitir esta parte del viaje sin problema.

Llegamos a Atenas, devolvimos el auto y nos fuimos a descansar un rato. Más tarde, volvimos a salir por el barrio y fuimos a The Clumsies, un bar clasificado entre los mejores del mundo. Nos tomamos un par de tragos refrescantes y picamos algo delicioso: una especie de bolitas de queso rebozadas. Justo lo que necesitábamos para cerrar este largo día de manera relajada.

Día 3 en Atenas: ruinas, lluvia y despedida bajo las luces de la ciudad.

Nuevamente nos levantamos temprano, desayunamos y salimos. Teníamos entradas para visitar la Acrópolis de Atenas a primera hora de la mañana; nos gusta evitar las multitudes, incluso en temporada baja.

Acrópolis de Atenas.

La Acrópolis de Atenas es uno de esos lugares que deberían visitarse al menos una vez en la vida, dada su importancia para la civilización occidental.

Iniciamos la visita a esta elevada ciudadela griega por la entrada sur de la Acrópolis, ya que nos quedaba más cerca. De este modo, fuimos viendo, en orden, el Santuario y el Teatro de Dionisos, así como la Estoa (pórtico) de Eumenes. Nos acompañaba una ligera lluvia.

Fuimos ascendiendo poco a poco, pasando por el Asklepieion, la fundición de bronce y el Odeón de Herodes Ático. Con esto, completamos el recorrido por la cara sur del complejo y llegamos cerca de la entrada principal.

Subimos por unas escaleras que nos llevaron hasta al Propileos, el acceso occidental a la cima de la Acrópolis. Allí se encuentran las ruinas de las principales edificaciones: el Partenón, el Templo de Atenea Niké y el Erecteón. Para entonces, la lluvia había cesado.

Además de la importancia histórica de estos impresionantes restos arqueológicos, algunos de ellos restaurados, desde aquí se puede disfrutar de espectaculares vistas de Atenas. Como nos ocurrió en Delfos, nos preguntamos: ¿qué pensarían los antiguos visitantes de la ciudad al contemplar estas maravillas desde la distancia?

Ya comenzaban a acumularse turistas, así que decidimos irnos. Justo a un lado se encuentra la cima del Areópago, que puede visitarse de forma gratuita. En este lugar se impartía justicia en la antigua Grecia.

No visitamos el Museo de la Acrópolis por cuestiones de tiempo, pero se recomienda incluirlo en el itinerario.

Paseando por Monastiraki y Psyri.

Seguimos caminando y pronto nos encontramos en el barrio de Monastiraki. Pasamos por la Ágora Romana, sin entrar, ya que desde afuera se puede apreciar bastante bien. Cerca de allí, nos tomamos un café en el Melina Mercouri Café, un lugar curioso y popular.

Continuamos la caminata y pasamos por fuera de la Estoa de Átalo, el Hefestión, el Ágora de Atenas y la Biblioteca de Adriano.

Aprovechamos nuestra visita a Monastiraki para conocer su mercadillo, en el que apreciamos la venta de productos artesanales y gourmet e hicimos algunas compras para no dejar pasar la ocasión.

Desde allí caminamos un rato por Psyri, un muy atractivo barrio bohemio lleno de cafés, locales de música y arte. Allí vimos a mucha gente disfrutando de un brunch.

Llegó la hora del almuerzo, así que nos acercamos al tradicional Ta Karamanlidika Tou Fani. Te reciben con queso y embutido y te despiden con yogurt, todo cortesía de la casa. Allí comimos unas salchichas y un plato con bulgur y champiñones, ambos estaban muy buenos. Es recomendable llegar temprano o hacer una reserva.

Regresamos a descansar un rato a casa, pero antes pasamos por la Catedral de la Anunciación de Santa María y nos fijamos en que, al otro lado de la plaza, había una estatua de Constantino XI, último emperador romano de oriente.

Monte de Licabeto en Febrero.

El cielo volvió a nublarse. Empezamos a subir a través de los barrios de Akadimia y Kolonaki, de los que nos llamaron la atención sus bonitos edificios y tiendas de lujo.

Después de casi media hora, llegamos a la base del teleférico del Monte Licabeto. Se puede subir a pie hasta la cima, pero decidimos pagar por el teleférico aunque no es especialmente interesante, ya que el trayecto es corto y transcurre por un túnel sin vistas.

Una vez en la cima del monte nos recibió una fuerte lluvia. Pudimos ver cómo los militares bajaban la bandera y disfrutamos de una gran panorámica de Atenas. Lo que no pudimos presenciar fue el tan ansiado atardecer por el cual este lugar es famoso. Para combatir el frío, tomamos un chocolate caliente en el restaurante y volvimos a usar el teleférico para el descenso.

Caminando de noche por Atenas.

Ya habíamos decidido modificar nuestra planificación y no visitar el Estadio Panatenaico, así que en el regreso tomamos un camino distinto, en el que bajamos por unas largas escaleras.

Llegamos de noche a la avenida Vasilissis Sofias, donde apreciamos algunos edificios interesantes, principalmente museos. La vista era agradable, con todo mojado por la persistente lluvia, y los transeúntes locales se dirigían a eventos culturales en la zona.

Nos acercamos al Monumento al Soldado Desconocido, donde cada hora se realiza un llamativo cambio de guardia, siendo el más vistoso el del domingo a las 11 a.m. Estuvimos aquí esperando unos minutos, pero finalmente no se llevó a cabo debido a la lluvia.

Era la hora de la cena y nos provocó comer pizza. Después de un par de intentos fallidos por no tener reserva, llegamos a Smak Ζυμερία, un restaurante de comida rápida en donde preparan peinirli, una variante griega del peynirli turco, similar a la pizza italiana.

Hicimos nuestra última caminata nocturna por Atenas antes de irnos a dormir.

Día 4 de últimos paseos por Atenas: jardines, historia y despedida.

Para nuestro último día en Atenas, decidimos salir a desayunar. Comimos unos bagels caseros en Seventeen. Buen café y aún mejor atención.

Nos acercamos al Arco de Adriano, una estructura que combina arquitectura griega y romana. A lo lejos se veía el Templo de Zeus Olímpico. Lo bordeamos y pasamos por delante del Palacio Presidencial, residencia de la presidenta de Grecia. En este país existe la figura de primer ministro, quien es en la práctica la máxima autoridad del gobierno.

Entramos al Jardín Nacional de Atenas, un extenso parque que alberga lagos, fuentes y algunas especies exóticas. Hacia el otro lado se encuentra el Záppeion, un bonito edificio que acoge eventos y cuenta con otro atractivo jardín en su exterior.

Llegamos nuevamente al Monumento al Soldado Desconocido justo a tiempo para el cambio de guardia, que esta vez sí se ejecutó. Aunque no era una ceremonia tan vistosa como la de los domingos, fue interesante observar a los soldados y sus particulares movimientos.

Como aún teníamos tiempo nos acercamos a Attica, unos grandes almacenes griegos de marcas de moda y belleza. Echamos un vistazo a los productos y sus precios.

Fuimos a nuestro hospedaje, recogimos lo que nos faltaba y nos despedimos, muy contentos tanto con nuestro anfitrión como con el alojamiento. En la planta baja del edificio hay un focacceria, Napul’e, así que decidimos comprar un par de focaccias para llevar al aeropuerto.  

Caminamos hasta la estación de Syntagma e hicimos el viaje de regreso en metro hasta el aeropuerto. Tuvimos que cambiar de tren en una de las últimas estaciones, y con eso, todo estaba listo.

Comentarios finales del paseo por Atenas y Delfos en febrero.

Nuestro paseo por Atenas y Delfos en febrero fue una experiencia inolvidable, llena de historia, cultura y momentos especiales. Desde caminar entre las ruinas de la Acrópolis y Delfos hasta contemplar las vistas desde el Monte Licabeto, cada instante estuvo lleno de asombro y aprendizaje.  Nos despedimos con la esperanza de volver algún día y seguir descubriendo más de esta fascinante tierra.

Escrito por FUShoots y editado por LastMario.

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