paris primavera 2024

Un fin de semana de primavera en París.

Estuvimos un fin de semana de primavera en la ciudad de París, capital de Francia, uno de los lugares más visitados del mundo y que este año estará en primer plano por los Juegos Olímpicos 2024 que se celebrarán allí.

Aterrizando en París.

Salimos en vuelo desde Madrid con destino a París un viernes a las 10 a.m. Estábamos a principios de primavera, ante un fin de semana fresco con pronóstico de lluvia, y esperábamos pocos turistas.

Suponemos que esto último rara vez se cumple con esta urbe, sin embargo, la cantidad de visitantes era manejable. No queremos  imaginarnos esto bien entrada la primavera o en verano.

Aterrizamos en el aeropuerto Charles De Gaulle y tomamos el tren RER B, la opción más económica en el momento para trasladarnos al centro, por 11,80 euros c/u.

Teníamos reserva en el simpático Hotel Beaubourgen del barrio Le Marais, Distrito IV. Se los recomendamos por el excelente balance precio/calidad y su ubicación. En París, si el presupuesto lo permite, es mejor quedarse en los distritos céntricos, seguros y con más atractivos turísticos.

Lo primero que hicimos al llegar fue comer. El lugar escogido, cerca del hotel, fue el acogedor Le Bouquet des Archives, aquí comimos un par de platos típicos, un croque-monsieur y una omelette.

De aquí fuimos a hacer check-in al hotel y luego a tomar un café en Le Carrefour Café. Nos dirigimos a la barra y allí muy amablemente nos explicaron que al café cortado le llaman noisette (esto nos inspiró a hacer una guía para Youtube sobre cómo pedir café en Francia) y nos sirvieron el café más barato del viaje, 1,30 euros c/u.

Free tour en la primavera de París.

Caminamos al punto de encuentro para el free tour que teníamos reservado, o eso creíamos.

Llegamos con suficiente tiempo al ayuntamiento de París (Hôtel de Ville) desde donde iniciaría el paseo. Por cierto, uno de los pocos sitios en donde se recuerda con pancartas que esta ciudad será el hogar de los Juegos de la XXXIII Olimpiada. Aprovechamos para dar una vuelta alrededor y tuvimos las primeras vistas del río Sena.

Nos acercamos al guía, un hispano-mexicano que lleva años en la ciudad, y constatamos que la reserva había sido hecha para el viernes siguiente. No pasó nada, nos registró y partimos junto a una buena cantidad de españoles e hispanoamericanos.

Cruzamos uno de los puentes sobre el río Sena y caminamos hasta la Catedral de Notredame, en reformas interminables debido al incendio de 2019. Pasamos por la Santa Capilla y nos detuvimos en la Tour de l’Horloge du Palais de la Cité, un bello reloj con mucha historia.

Seguimos andando y llegamos a la imponente estatua de Enrique IV. Volvimos al otro lado del río a través del Puente Nuevo y continuamos nuestra ruta hasta llegar al Puente de las Artes, famoso por los candados allí guindados en señal de amor eterno, candados que por cierto ya no están: los tuvieron que quitar por el peso excesivo que significaba para la estructura y quedó prohibido volver a poner con pena de multa.

Hicimos una parada técnica para tomar café e ir al baño. Luego entramos por un lado al enorme palacio que alberga al Museo Louvre y nuestro recorrido terminó en las famosas pirámides.

Durante el paseo se habló de historia y curiosidades, pero también se ofrecieron con insistencia otros paseos, algo que no habíamos experimentado antes y no nos agradó.

Primera noche en París.

Terminó el paseo y ya empezaba a caer la noche. Tratamos de ver los Jardines de Luxemburgo pero ya estaban cerrados, así que dimos una vuelta por el Barrio Latino. Cenamos y regresamos al hotel.

Apreciamos cómo el barrio en que nos alojamos cambió totalmente en la noche con las luces, el ajetreo y las terrazas animadas. Nos llamaron la atención la Torre Saint-Jacques, la curiosa Fuente Stravinsky y el interesante diseño industrial del enorme Centro Nacional de Arte y Cultura Georges Pompidou.

Desayuno en París y Museo de Louvre.

Nos levantamos temprano y fuimos a desayunar en un encantador lugar cerca del hotel llamado Le Ju’. Allí tienen varios combos para el desayuno con precios razonables, buena calidad, café sabroso y atención amable.

De allí nos fuimos al Museo de Louvre, donde teníamos reservada la visita guiada oficial en español. Suelen hacerlas a las 9:45 a.m. y se agotan rápido, así que reserven con antelación.

Por 31 euros tienen acceso al museo con la visita guiada que dura aproximadamente hora y media. Lleguen temprano pues el control de acceso al museo, tipo aeropuerto, es lento.

¿Qué pueden ver en ese tiempo? Muy poco; con seguridad disfrutarán de La Gioconda, la Victoria de Samotracia y la Venus de Milo. A nosotros nos alcanzó el tiempo para ver también la copia de la Atenea de Velletri que allí se exhibe.

El museo es enorme, hablamos de 16 kilómetros linéales de exhibición y muchedumbre. A mi parecer no merece la pena pasar el día -o días- allí metido, pero eso es a gusto de cada uno. Por cierto, con la entrada pueden salir y entrar una vez más.

Campos Elíseos y Torre Eiffel de día.

¿Y ahora qué hacemos? Miramos el mapa y empezamos a caminar. Atravesamos el Jardín de las Tullerías hasta la Plaza de la Concordia. Volvimos a la carga y ya íbamos por los Jardines de los Campos Elíseos (Champs-Élysées), todos lugares que hemos oído nombrar una y otra vez, y ya estábamos en el Distrito VIII de París.

Nos dio hambre y fuimos a The Kitchen Champs-Elysees. Aquí comimos una hamburguesa que estaba deliciosa aunque costosa, sobre todo considerado que el lugar no tenía nada de especial.

Terminamos, revisamos nuevamente el mapa y vimos que estábamos muy cerca de las Galeries Lafayette, uno de los almacenes más famosos de Francia. Entramos, dimos una vuelta y nos fuimos.

Volvimos a la avenida des Champs-Élysée con el Arco del Triunfo al fondo. Luego de superados los jardines viene la parte comercial, repleta de grandes tiendas de las marcas de moda más emblemáticas del país. Fuimos por un café y nos sentamos a ver pasar a la gente.

Caminamos hasta el Arco del Triunfo, tomamos fotos y cambiamos el rumbo. Atravesamos el exclusivo barrio de Chaillot y llegamos a la Plaza del Trocadero, donde podrán ver sus jardines, el río Sena, el Campo de Marte y la magnífica Torre Eiffel.

Nos sentamos un rato a admirar uno de los landmarks más famosos del mundo y a planificar nuestros próximos pasos.

Se nos hizo de noche en Montmartre.

Tomamos el Metro con destino a Montmartre en el Distrito XVIII, el popular barrio que se encuentra en lo alto de una colina; es famoso por la basílica del Sagrado Corazón, sus estrechas calles que alguna vez recorrieron artistas como Picasso, y las impresionantes vistas panorámicas de París.

Se puede subir de dos maneras, en funicular (se usa un tiquete de transporte público) o a pie por sendas escaleras. Optamos por la segunda opción, no viene mal para el corazón.

Caminamos un rato por allí rodeados de una buena cantidad de turistas. Esperamos que encendieran las luces de la Torre Eiffel, a la vista en el horizonte. Después fuimos a la zona en la que aún quedaba algún artista callejero trabajando y las terrazas, con un agradable ambiente.

Llegaba la hora de cenar, así que echamos un ojo en Internet y no nos decidíamos, así que aplicamos la vieja costumbre de buscar en persona. Justamente estábamos mirando el pequeño y acogedor restaurante L’Artiste cuando el dueño nos invitó a entrar. Estuvo bastante buena la fondue de queso que pedimos.

De vuelta a la Torre Eiffel, esta vez de noche.

Luego de terminar nuestra cena seguimos descendiendo hasta llegar a la parte baja de Montmartre. Allí divisamos el Moulin Rouge, lugar al que no entramos porque siempre nos han dicho que no merece la pena.

Esperamos un bus y volvimos a la Torre Eiffel, esta vez para apreciarla de noche. Mucha gente con ánimo de fiesta, comidas callejeras, aglomeraciones. Un ambiente totalmente distinto al de día. Vinimos, vimos y nos fuimos. Hasta mañana.

Últimos momentos en París en primavera.

Nos levantamos temprano, como siempre, y fuimos a desayunar a una boulangerie. El pan y la bollería francesa son de otro mundo, pero lamentablemente la experiencia no fue agradable. Había mucha gente y al final pedimos lo primero que vimos, desayunamos apurados e incómodos, pero al menos lo que comimos estaba muy bueno. Habría sido mejor comprar para llevar.

Para completar, veníamos de tener una experiencia desagradable con unos lugareños atravesados en la acera que aparentemente esperaban que tramitáramos un permiso para poder pasar, todo esto en plena lluvia. Cosas que pasan en una ciudad grande como esta.

Por otra parte, afortunadamente la atención al cliente ha mejorado un montón en los últimos años.

Volvimos al hotel, hicimos check-out, dejamos las mochilas allí guardadas y salimos a dar una última vuelta.

Fuimos al Westfield Forum des Halles, un centro comercial cuya estructura se veía interesante en fotos sólo para constatar que ya lo habíamos visto: allí está la estación de tren a la que llegamos el viernes.

Aprovechamos la caminada para tomar el Metro y visitar los Jardines de Luxemburgo, esta vez sí abiertos. Lo más destacable fue el sobrio Palacio del Luxemburgo.

La pertinaz lluvia no cesaba mientras pasamos por delante de las bonitas estructuras del Panteón de París y de la Universidad de París.

Decidimos volver al hotel andando, haciendo una parada en el camino para tomar café. Lo hicimos en este interesante lugar, Le Bon Moment París, un coffeeshop kid-friendly.

Recogimos nuestras mochilas, volvimos a la estación de Metro Chatelet Les Halles y nos fuimos hacia el aeropuerto, por cierto sumamente concurrido. Nos llamó la atención la gran cantidad de gente esperando sus vuelos. Comimos un eclair mientras esperábamos.

Así fue un fin de semana de primavera en París.

Vimos en primavera lo más popular de París con la Torre Eiffel, el museo de Louvre y Montmartre como protagonistas, resultando una grata experiencia. Nos queda pendiente visitar algún otro museo, restaurante o barrio. Desde luego, “Siempre tendremos París” (Casablanca).

Hasta la próxima.

Escrito por FUShoots y editado por LastMario.

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